lunes, 17 de junio de 2013

El último concierto

Si alguien te dijera: "este será tu último concierto" ¿Cómo reaccionarías? Probablemente sería el más triste de tu vida y tu cara fuese muy parecida a la de estos músicos griegos que ven como, en el país de la cultura, ésta se resquebraja por momentos, no quedando lugar para algo tan sencillo y tan maravilloso a la vez como una orquesta sinfónica. Y ojo, digo sencillo porque, al fin y al cabo, serán 100 personas y eso, para el gobierno de un país, aunque sea el más pequeño del mundo, no es nada complicado. Mucho menos que el más pequeño de los ministerios y nada que ver con un ejército.

Después de ver el video es imposible no sentir un nudo apretando la garganta. Yo no veo gente llorando por perder su trabajo. Veo personas preocupadas por un país, por un mundo inmerso en un total caos en el cual su trabajo, que es mucho más que un trabajo, aquel por el que llevan estudiando años, desde niños, que les habrá llevado por los rincones de su país y también del extranjero, por el cual habrán luchado en exámenes y audiciones, arrebatándoselo a otros músicos, igual de buenos que ellos, se desvanece en el aire por culpa de una mala gestión económica, verdadera pandemia que nos toca vivir.

Lloran por su país. No son sólo los futbolistas los únicos que sienten que representan a una nación con sus camisetas de colores. Los músicos también se sienten orgullosos de llevar lo bueno de su país por el mundo. Siempre es una suerte poder trabajar en el lugar que te vio nacer. Aunque es cierto los músicos tienden a sentir las fronteras de forma diferente, quizá debido a que todo músico lleva una especie de nómada dentro, porque su sensibilidad les lleva a entender lo artificial de las fronteras o  porque hay muchos compañeros de atril que desgraciadamente saben como de la noche a la mañana el país donde naciste te convierte en enemigo y se deshace tras el paso de bombas. Porque el músico ante todo se siente músico, y habla un lenguaje universal que le permite compartir un atril con otra persona de cualquier nacionalidad sabiendo que se van a entender sin necesidad de articular palabra.


Las lágrimas de los músicos griegos también caen por esos momentos mágicos, de nervios antes de salir, cuando parecen atacarles la legión de mariposas que nunca les abandonan, cuando se secan nerviosos el sudor de las manos, cuando comprueban por última vez el mecanismo de su instrumento. O el momento cuando el director alza su batuta y el mundo enmudece y respira con ellos. Por esos ojos cerrados, conmovidos ante una pasaje de auténtica belleza musical, por esos pies que golpetean rítmicamente en el patio de butacas al escuchar los temas más conocidos. Por esos segundos finales, entre el último acorde que aún reverbera en la sala y el corte seco del director. Y por qué no, por alquel momento en el que alguien inicia un aplauso cuando no debe o se empeña en comer un caramelo para acallar el mayor ataque de tos que haya tenido en su vida que suele ser en un auditorio.


Momentos que en Grecia, no se volverán a repetir.

También lloran de incomprensión porque el mundo ha desoído su llamada y de impotencia porque no tienen más armas que su música. Hicieron un llamamiento al mundo y no les supimos responder.

Así que se llevan la magia del golpe simplemente porque en época de crisis la cultura es lo primero que cae por la borda. ¿A quién le interesa la música?  Está claro que a los gobiernos no, incluso alguno respirará con alivio al saber que no volverá a tener que hacer acto de presencia en una sala para escuchar una sinfonía de Mahler a cambio de quedar bien o arañar unos cuantos votos.

Y el mundo se volverá más triste, más gris porque el país de la cultura que nos regaló las musas, los modos, el aulós, que creó a Orfeo, a Apolo, a Syrinx, a los faunos y mil cosas más, enmudece mientras muere su orquesta. Y nosotros, acostumbrados cada vez más a lo gris, callamos con ellos.

Requiem por Grecia: Lacrimosa...



Aquí el comunicado que mandaron y que no tuvo la repercusión que querían:

Estimados colegas, compañeros artistas, músicos y personal de las emisoras estatales de todo el mundo,
 este es un comunicado conjunto de las tres agrupaciones musicales dependientes de la radio televisión griega (ERT) que, como sabrán, actualmente permanece cerrada por decreto del gobierno.

Desde el día 11 de Junio de 2013, la Orquesta Sinfónica Nacional (creada en 1938), la Orquesta de Música Contemporánea (creada en 1954) y el Coro (creado en 1977) de la ERT han cesado su actividad. En la nueva radio televisión que está planteando en este momento el Gobierno no hay cabida para la música. Nuestra existencia está en juego. Pedimos ayuda y solidaridad de todas las maneras posibles. Es de gran importancia hacer comprender al gobierno por qué una televisión pública debe contar con agrupaciones musicales.
Agradeceríamos que escriban (tanto por correo electrónico como por correo postal si fuese posible) al Gobierno griego (a la oficina del Primer Ministro, y a los Ministerios de Finanzas, de Cultura y de Estado, así como a la Secretaría general de información y comunicación) y a sus respectivos gobiernos, como forma de presión para que defiendan la existencia y el funcionamiento de las tres agrupaciones musicales y en general de toda la radio televisión pública.
Que un país europeo decida cerrar su emisora nacional constituye un enorme golpe contra la democracia y la cultura y nos concierne a todos.
Las agrupaciones musicales de las radiotelevisiones europeas tradicionalmente han sido unos de los pilares de nuestra civilización.
La creación artística sin obstáculos y la libertad de expresión son partes esenciales de la existencia humana.
Firman los músicos, los miembros del coro y todos los trabajadores de las agrupaciones musicales de la ERT.

Gracias a Pepe por compartir el video en Facebook e inspirarme esta entrada.

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