viernes, 27 de julio de 2012

"Niños enchufados"

El otro día, como buena trabajadora temporal :( , tuve que ir al INEM a presentar una documentación. El sistema ha cambiado y ahora hay que solicitar cita previamente por lo que tuve que pasar un rato en la sala de espera. Allí había varios padres con niños, supongo que para solicitar algún tipo de ayuda a la paternidad, y no pude por menos que observar su comportamiento.
Una de las madres había llevado a su niña de unos 4 o 5 años. No reparé en ellas hasta que al cabo de unos minutos empezó a oírse por toda la sala una música. Pensando que era un móvil no le di más importancia hasta que, al ver que no paraba de sonar y pensando que sería una de esas "encantadoras" personas que deciden poner banda sonora a cualquier situación con su teléfono móvil, me giré. La madre, previsora ella, había comprado una "tablet" para que su hija escuchara en cualquier situación su música favorita. Y claro, había considerado que la sala de espera de un organismo oficial era un lugar apropiado para ello. No penséis que la mujer había llevado auriculares o que el volumen era lo suficientemente bajo para que sólo lo oyeran ellas. No, la música se oía por toda la sala y mucho. La niña, al sentir la mirada del resto de personas, le preguntó a su madre: "¿Está demasiado alto?" a lo que la madre le constestó que no, con una mueca que implicaba un "y si no les gusta que se vayan".
Otra mamá con su retoño, poco más mayor que la primera niña, se sentó a mi lado. Su madre le dio enseguida un batido de chocolate para que se callara (¡cuán molestas son las preguntas de un niño de seis años!) y así ella pudiera seguir mandando mensajes con el móvil. Niño inquieto + sala de espera + batido de chocolate es una mala ecuación, lo sabe cualquiera. Pues su madre aún se sorprendió de que el niño decidiera averiguar cuánto batido le quedaba agitando el tetrabrick con la "pajita" dentro. Resultado: niño, silla y suelo manchados de batido. Una vez hubo terminado su "almuerzo" (eran las 13:15), para que el niño no se aburriera, le cedió su teléfono móvil para que jugase con los marcianitos y así no molestase más. Lo que realmente me llegó al alma fue una frase que le dijo la madre al niño "Jo, macho, prepárate que nos va a tocar esperar aquí la leche". Así que, si hablamos a los hijos como a los "colegas" del bar, ¿cómo van a aprender a tratarnos con respeto?
Creo que es importante que los niños aprendan a comportarse correctamente en las diferentes situaciones con las que se encuentren. Son niños, sí, y por eso tienen que aprender. Ser niño es sinónimo de una gran capacidad y, a la vez, necesidad de aprender; no necesitan que les protejamos de absolutamente todo por el hecho de ser niños. Ir a una sala de espera, lugar aburrido donde los haya, es un buen momento para que el niño aprenda a estar tranquilo y a ser paciente. Nadie va a reprochar que una madre vaya a una sala como aquella con un niño y el bolso lleno de recursos para "aligerarle" la espera. Pero, pregunto, ¿son los aparatos electrónicos los recursos adecuados? Puede que sean interesantes pero ¿en qué dosis? ¿Qué hubiesen hecho las madres hace 20 años? Supongo que lo mismo que hizo la mía: libreta y bolígrafo (¡qué importantes son los trazos!), libros de cuentos (ya te acordarás de la comprensión lectora...), empezar un juego como el "veo veo" en voz bajita, una adivinanza para pensar un rato, etc. Si mi madre me hubiese dado una calculadora (quizá el único aparato electrónico de bolsillo por aquella época) para que me entretuviese la gente nos hubiese mirado con sorpresa, aunque creo que es bastante más educativo que un teléfono móvil. Entonces, ¿por qué dar un teléfono a un niño?
Efectivamente, dados los tiempos que corren, los niños necesitan aprender a usar las nuevas tecnologías. Y con “aprender a usar” no me refiero a utilizar todos los botones (¿pero eso no lo saben al nacer? Nadie sabe cómo ni cuándo lo aprenden, son increíbles) sino aprender también su verdadera utilidad y a saber dosificar su uso. Los aparatos electrónicos son herramientas para facilitarnos la vida pero no sustitutos de nada. El ordenador, por ejemplo, puede ser un buen recurso de aprendizaje, pero nunca, NUNCA puede suplir a un agente tan importante como un padre o un profesor. Ellos han de ser sus verdaderos modelos y, por ello, tienen que comportarse como tal. Por eso un niño no tiene que ver que su padre es “electrónicodependiente” y que da prioridad a la televisión en lugar de conversar en familia, que su madre no suelta el teléfono nunca o que el ordenador siempre está encendido en casa y es el único medio de relacionarse con otras personas.
Y, por supuesto, necesitan ver satisfecha su curiosidad por lo que debemos contestar a sus preguntas. El niño necesitará saber, no qué es el INEM y que sus papás van a solicitar una ayuda, sino por qué los números van cambiando en la pantalla, qué número tiene mamá, si quedan muchos o pocos números para que les atiendan, la importancia de guardar el turno como se hace en el colegio, o dar los buenos días al entrar.
Por el bien de todos (los niños pequeños tendrán los temidos quince años más rápido de lo que pensáis) “desenchufad” un ratito a los niños. Prestadles atención que se lo merecen.
(Imagen sacada de http://crianzadulce.blogspot.com.es/2011/01/la-tecnologia-en-los-ninos.html)

4 comentarios:

  1. Buena reflexión Talitha y aplicable a los no tan niños

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  2. Gracias por el comentario. Toda la razón, los adultos tampoco podemos vivir sin todos esos aparatos. Pero no hay necesidad de trasmitírselo a los niños.

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  3. Deja a los muchachos.. empiezan así y acaban escribiendo en foros... de vete tu a saber que... lo mismo se ponen a opinar que se yo... de la semana santa de su pueblo...

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